p e r f i l e s d e c i u d a d

jueves, 25 de enero de 2018

Ella



Ella camina con alquitrán en la suela de sus zapatos.
Sobre mármoles blancos le delata la mancha oscura
igual que el agua humedece la tierra seca.
Ella camina con ampollas en los pies por calles de asfalto
como si fueran esquirlas de rocas.
Ella camina con el miedo aprisionado, oculto bajo una máscara.
Pasea por prados de fina hierba que son ascuas ardientes.
Ella camina y su paseo es tormento,
vigilancia constante,
control minucioso de sus pasos.
Todos sus sentidos se fijan al centro de la diana,
desaparecen los contornos y sus detalles,
el aire que contiene sus movimientos
se reduce a la celda que la ata,
alerta ante la amenaza de un enemigo,
carcelero celoso de un candado sin llave.
Inocente de su cadena perpetua, no saldrá indemne,
los años añadirá aún más castigo por ley.
Ella vive bajo su propia sospecha:
la vara que la golpeará si se sale del orden.
No hay algodones que la puedan proteger,
ni el sueño le permite un descanso.
Es su sino, nada podrá ya salvarla del peor pronóstico.
Lo sabe y consiente ser mártir de un sacrificio impuesto.
Camina sin hacer ruido para no despertar a la bestia,
siguiendo el ritual de un conjuro
que tal vez prevenga, aunque no le conceda respiro.
Ella es ave que no puede prender el vuelo
porque van pegadas a su sexo sus únicas alas.
No le basta a su verdugo con el castigo
sino que vierte hiel al almíbar de sus placeres.

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