p e r f i l e s d e c i u d a d

lunes, 20 de noviembre de 2017

No siempre



No es la vida siempre amable,
sólo en esos días que, aún nublado,
luce en tu ánimo un radiante sol,
todo parece fluir por la voluntad
espontánea de un dios generoso,
momentos alegres donde
huyen los miedos
despavoridos
y te baña una belleza estable y fuerte.
En unos segundos esa gran mole
de seguridad y armonía,
esa muralla que te protege y defiende
de los vientos destructores,
se tambalea como baraja de naipes,
convirtiéndose en escombros aquella felicidad.
Ese mundo equilibrado, lleno de luz y color,
se cubre de tinieblas y caminas
por suelo pantanoso.
El monstruo del mal merodea por los alrededores,
te inunda una sensación de impotencia.
Desamparado, al desnudo,
ante el feroz ataque quedas
con sólo la piel como armadura.
El miedo te comprime, pequeño e insignificante,
ante su voracidad insaciable.
Te paralizas o te vuelves cruel contra el débil,
frustrado ante el fuerte, pataleas a ciegas
y, aunque grites y te desesperes,
no habrá quién te oiga en ese profundo pozo.
Reina en esos momentos el dios castigador
y vengativo.
Puedes salir sin daño de su embestida,
tal vez te haga inmune a sus vaivenes,
pero si su lanza abre en tu pecho una herida honda,
no habrá cura ni remedio que te salve.
Pasarás por la vida creyendo que esto
es un valle de lágrimas y quizá ansíes
que, al otro lado, un paraíso te compense.
Harto de mentiras, lucharás con rabia,
con uñas y dientes hasta que todo se acabe,
por arañar de su dura piedra y sacar
de sus frías entrañas un poco de dulce miel,
agarrar con fuerza esa voluble cometa
que se agita y parece querer siempre
zafarse de tus manos.
No esperar compasión de un dios que no existe
pero sí la indulgencia de un universo justo.

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