Mi cuerpo está en tensión,
hecho un nudo y aprietan
sus cabos
desde la punta del pie
a la célula más recóndita
de mis entrañas
Y heme aquí, pobre infeliz,
repartiendo horas por los
días,
esperando si podré, al fin,
deshacerme en alas amplias,
abiertas a un ancho cielo
hacia las montañas nevadas.
Allí, hacer mi guarida
de cálido hogar con recia
madera,
libre, ser el señor de ese
territorio,
sin enemigos infames
que me roben
ni un minuto de paz.
Sin embargo, la libertad,
tiene la corta distancia,
de la sombra que va agarrada
a la suela de tus zapatos.