p e r f i l e s d e c i u d a d

jueves, 8 de marzo de 2018

Desde mi dolor



Desde mi dolor te escucho
y cojo el tuyo con la punta de mis dedos,
con sumo cuidado para no dañarlo.
Lo indago, me salgo, lo observo.
Es un dolor concreto, determinado,
con solución clara y definida.
Mi dolor es profundo, diluido en sangre, extenso.
Olvido el mío y te escucho,
tu dolor tiene una solución delimitada,
el mío no tiene remedio.
Después de andar por tu cerebro,
navegar por tu voz,
ver detrás de tus palabras,
se trata de una cura,
aun sabiendo que volverás
a arrancarte la postilla,
abrirás la herida una y otra vez
repitiendo los errores.
He traspasado en la ayuda los límites de la razón,
alcanzado el líquido del espíritu.
Su agitación me ha hecho perder el equilibrio,
me tambaleo, cuesta encontrar de nuevo el eje,
el ancla que me sujete al suelo.
Mi agonía es lenta, silenciosa, en continua lucha,
dando palos de ciego.
Es la vida que persevera en levantarme
y yo se lo permito.
Este dolor es un vacío con un agujero negro,
en el que caigo lentamente.
Desde su fondo, un grito ahogado,
como un eco, se extingue.
La vida persiste, me reclama,
y saco la punta de los dedos.
Sigo cayendo.
Es una incógnita si tiene fin este infinito.

No hay comentarios:

Publicar un comentario