Sé que este sentir es pura
química
a pesar de tener desajustadas líneas.
El río recorría las tierras de
secano,
pero quedaron estancadas sus aguas,
y una sustancia turbia
se instaló detrás de sus
luceros transparentes,
emponzoñó los rincones de su
esencia
y la clara voluntad de su
propósito.
No deja ver en su reflejo el
colorido del paisaje
tras ese cristal opaco de su
superficie.
Avanza lento por su cauce,
indeciso, torpe y temeroso,
con el pesado sedimento que
arrastra
y la densa nebulosa de su
materia,
que hace el camino demasiado
arduo.
Por qué todo ha perdido brillo,
no hay cielo que a su espejo
se asome.
En sus tinieblas deambula sin
rumbo
inundando de desgana los
campos.
Una pesadez se agarra a su
fondo
y cuesta seguir hacia
adelante.
Es más fácil hacerse un
remolino
al amparo de la sombra de un
árbol,
sólo queda esperar que un
sueño dulce
y una corriente contraria
le devuelvan la limpia mirada
de antes.
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