Ya puedes correr,
esconderte debajo de la cama,
camuflarte entre la gente,
encerrarte bajo llave,
hacerte el sordo,
y escapar a su llamada.
Tratar de confundirla,
distraerla con engaños,
jugar al despiste,
reírle las gracias,
cantarle milongas,
mirar para otro lado,
pedirle clemencia,
justificar su crimen.
Ya puedes olvidar que existe,
ponerte el mundo por montera,
querer que la fiesta dure
siempre,
si la vida son dos días
mejor actuar con ligereza,
o, tal vez, temeroso a su
castigo,
conjuras a todos los dioses,
pones velas a los santos,
vas a misa los domingos,
por si acaso
a tus enemigos perdonas,
y, para tener tranquila tu
conciencia,
das limosnas a los pobres.
Ya puedes estudiar el cielo,
creer tener la sartén por el
mango,
con la vida hacer trato,
para ganar espacio y tiempo,
alquimia con la comida,
conjuras la eterna juventud,
cuidando mente y cuerpo,
tal vez, porque, equivocado,
pienses
que la carne fresca
ahuyenta sus intenciones.
Del más allá nadie vuelve
y, aunque su paraíso celestial
promete,
la mayoría prefiere esperar,
pues a la madre tierra se
tiene más apego.
Por miedo o superstición,
tomas muchas garantías,
eres cauto en tus pasos,
vas con tiento y prudencia,
por si el nuevo día no amanece
rezas cada noche.
Pero también huyes,
te paralizas
o te enfrentas de la única
manera posible,
liándote la manta a la cabeza
y para adelante.
Ya puedes ser puro en tus
costumbres,
o el mismo demonio con su
tridente,
si pende de nuestras cabezas
esta espada de Damocles
que nos quiten lo bailao,
lo cortés no quita lo valiente,
y a disfrutar como niños,
que nos pisa los talones.
Contumaz estratega,
en la contienda saldrá
vencedora,
elabora su perfecto itinerario
para llevarte al huerto
y perpetrar su plan.
Cuando se presente
sin previo aviso,
espero tener saldada mi
cuenta.
Por qué tomarse ninguna
molestia,
da igual lo que hagas,
a ella le traes sin cuidado.
Mira su agenda,
busca el día que tienes rojo
y donde estés, acude puntual
a dictar sentencia,
a la hora, minutos y segundos
marcados
en su calendario jurídico,
no hay días ni meses
inhábiles.
Ya puedes vivir en calma
chicha,
perdido en una isla desierta,
allí donde estés,
te encuentra la muerte.
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