Tarde, mas sea,
que no nunca,
aunque el tiempo
marque sus huellas sin retorno
a la lisa superficie.
Saldrán nuevas amapolas
entre los adoquines de la
acera,
breves con los goces,
frágiles como el dolor.
Volverán los campos
a llenarse de flores
silvestres,
sin buscarlas la voluntad
de los hombres.
Bastaron el aire y la lluvia
para que brotara,
después de una pausa,
que creímos era el fin,
la fuerza de la vida.
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