Me encuentro inmerso en sus
límites,
adapto mi cuerpo a sus formas,
vivo entre las paredes de un
prisma
disuelto feliz en la atmósfera
del aura de su esférica burbuja.
Equilibrado en el centro de su
círculo,
sin vicios, radiando mi
energía
hacia todos los puntos que
abarca
el espacio de mi
circunferencia.
A veces me salgo por la
tangente,
pero vuelvo a su arco
acordonado
por la impecable rutina.
Envuelto me hallo en el dilema
del problema de este
triángulo.
Pierdo altura en sus
desiguales lados,
tendré que hallar la
hipotenusa,
crear paralelas continuas
para al final salirme del
plano
y analizar su extensión con perspectiva.
Acumulo demasiada basura
en esta pirámide de vertederos
donde todas las rectas
conducen
a una base con superficie
desequilibrada.
En esta duda poliédrica
busco la curva por donde
escaparme.
Llevo tiempo perdido en la
línea infinita,
ahora quiero partir de un
punto,
y, punto sobre punto,
ir construyendo fractales.
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