Surcan el cielo las gaviotas
como niños alborotados
y, en el suelo caliente,
océano de asfalto,
sus sombras navegan
como veleros a favor del viento.
Es la calma su discurso,
donde los corazones se entienden
y otras alas, de fibra transparente,
toman el vuelo de los sueños.
Son las voces de la tierra,
de la brisa y la carne.
Es el mundo interminable
y la certeza de un fin,
la llave inglesa que oprime el pecho.
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