Ay de mí.
No busco nada, pero espero
la pequeña flor que nace en la
acera,
caminar con la transparencia
del aire,
flotar como nube en el cielo,
observando qué ocurre en ese espacio
donde un caos se agita.
Ay de mí.
No quiero nada,
pero amarro cada partícula
que me presta la sustancia de
las cosas.
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