p e r f i l e s d e c i u d a d

viernes, 23 de marzo de 2018

Demasiado

Demasiado peso se acumula en mi cabeza.
Como un saco lleno de piedras son estos pensamientos
que amenazan con reventar sus costuras
y aplastar mis neuronas.
Se llena de aire este globo a punto de estallar.
Es mi cerebro una casa pequeña
donde se concentra una multitud
que agota el oxígeno de su espacio.
Una estancia que cuesta tener pulcra,
tan pronto barres por una esquina,
vuelve a entrar arena de la calle.
Es un vestido estrecho que rebosa
carne por todos sus contornos,
pechos de mujer apretados y preñados
que parecen querer escapar
de la prisión del sostén que los reprime.
Es un centro comercial en rebajas,
una autopista colapsada de tráfico,
unos gases que se revuelven en el vientre
sin encontrar orificio de salida.
No desagua este fregadero,
atascado, se ha llenado de residuos.
Es una digestión pesada
un run-run que golpea el muro
de mi cráneo,
pasto rumiado en la garganta del buey
grito agudo continuo en el oído.
Callad, malditos pensamientos,
inquilinos extraños.
No fuisteis llamados, ¿a qué viene
este martirio?
Intrusos que, en avalancha,
sin previo aviso me atacáis,
dejadme, dejadme tranquilo flotar
sobre el mar calmado, el vacío desierto,
en el clandestino bosque,
en la soledad de la montaña,
en el silencio del valle.
No un encefalograma plano,
sino un punto que se mueva
como notas en un pentagrama
pautado en armoniosa melodía.
Quiero dejar mi cabeza
tan sólo con pocos muebles
y mi rincón para el descanso,
casi hueca, que sólo el eco de mi voz
se escuche,
que fluya clara y fresca como una fuente
y su gorgoteo inspire mis sueños,
un balcón abierto a un jardín francés
con dulces cantos de aves
y el leve zumbido de algún insecto.
Que nadie venga a perturbar
la paz de mi santuario.

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