p e r f i l e s d e c i u d a d

lunes, 30 de abril de 2018

La oración



Tiene sus peculiaridades la gramática del amor
y el canal debe fluir con claridad,
que llegue bien el mensaje
expresado en su código íntimo.
De modo que, si no hubo entendimiento
entre emisor y receptor,
fue seguramente porque la frase
no estuvo bien construida.
Respetemos los elementos de la comunicación,
de manera adecuada y correcta,
procuremos no añadir complementos incómodos,
evitemos conceptos equívocos
y argumentos contradictorios
que lleven a engaños o a malas interpretaciones.
Si no queremos que derive en discusión,
utilicemos bien los tiempos
y comencemos por el presente.
A ser posible, que la acción sea en indicativo,
de voluntad asertiva y buenas intenciones,
sin responsabilizar al otro de los actos propios,
asumidos de modo subjuntivo nuestras dudas y deseos.
Dejemos pasar el tiempo para hablar
del futuro prometedor,
mas debemos descartar,
a ser posible, cualquier pasado
que arrastre reproches y obligaciones,
los debiste, los hubieras o hubieses.
Hay que tener cuidado con las negativas
que crean normalmente mala sintonía,
sobre todo si se acompañan
con adjetivos descalificativos.
Bienvenidos los adverbios,
con amor, apasionadamente,
sin embargo, tristemente si es con odio.
Acostumbremos a poner bien los determinantes
si hablamos de algún nombre,
ojo si es del género contrario,
y no más que el número convenido,
a no ser que, llegados a un acuerdo,
la relación abierta esté permitida.
El sujeto debe quedar bien claro
y no confundamos sustantivo
con el complemento de su nombre.
Si va a ser atributo,
que sea con afecto y verdad,
queden sus cualidades
convenientemente expuestas
y mejor si son susurradas al oído.
En la comunicación es fundamental
que la oración esté bien estructurada,
tanto subordinada como simple,
se aconseja no alterar la sintaxis
con significado semántico.
No pasa nada si en algún momento,
en la intimidad de la alcoba,
cometemos algunas faltas e incorrecciones,
dejemos fuera el respeto a las normas,
pues en esa unión, sólo importa ser creativos
en el deleite de la belleza dentro del amor.
El orden establecido se sustituye
con hermosas imágenes,
hipérboles y comparaciones que agraden.
Es recomendable no abusar
de metáforas, anáforas
o la aliteración monótona,
a veces basta con un epíteto,
aunque ciertas exageraciones,
cielos, dios, nunca sobran ni molestan
en el instante sublime.
Usemos tiernas metonimias, llamémonos corazón
cuando el ritmo se acelere,
seamos generosos en omatopeyas
con perfecta concordancia
de una rima consonante.
Sin olvidar, por supuesto, a lo que estamos.
Cuidemos, por lo tanto,
más las formas que el fondo.
Fomentemos en nuestra comunicación,
una atmósfera agradable con diminutivos.
Tengamos cuidado con las pasivas,
no le demos vueltas a los propósitos.
Un condicional es interesado,
justifica las razones egoístas.
Aceptemos la construcción protocolaría,
en el mejor de los casos,
la más aséptica posible,
sujeto, verbo y predicado,
cuando tratemos de temas peliagudos
para no dañar sensibilidades.
Recuerdemos que no sólo importa
la morfología de lo que se dice,
sino el análisis sintáctico
de nuestras palabras.
Debemos asegurarnos de que el otro
entienda lo que decimos
y no nos malinterprete.
Cuando el sujeto esté omitido,
tengamos cuidado de quién escucha,
no dejemos la información transmitida
a ciertos rumores peligrosos,
pues crea controversias en el oyente,
si no dejamos el agente bien señalizado.
Tengamos cuidado con quién estamos tratando,
si insiste en que le aclaremos ciertas cosas,
podemos estar frente a un tipo posesivo.
Así que ojo, tenemos dos opciones,
o cambiamos por pronombre,
o lo dejamos en artículo neutro.
Tal vez sea un sujeto con piel de verbo,
confundiendo el sentido.
Si hay poca confianza, no pidamos
complementos de modo.
Cuando la estructura sea sólida,
añadamos complementos de lugar y tiempo
que nos ofrezcan un contexto propicio.
No son buenos los paréntesis,
los puntos suspensivos nos confunden
y alejan.
Algunas veces quizá sea necesario
darnos un respiro o hacer un punto y aparte.
Y si la comunicación no funciona,
pongamos un punto y final definitivo.

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