Cada noche espero a
que irrumpa por la puerta
la verdad,
alerta al sonido
peculiar de las llaves
abriendo la cerradura
de mi celda.
Desde el salón la
escucho
y voy en busca de ella
con urgencia.
Como de costumbre,
la encuentro con los
ojos vidriosos
y la mirada de ira.
Ni un hola, ni un beso,
ni un gesto amable,
La verdad me empuja
y se abre paso
para llegar a la
cocina.
La sigo guiada por sus
gruñidos.
Qué hay de cenar, me
ordena.
Le preparo a la verdad
su ración diaria
y permanezco de pie a
su lado
como criado a su
servicio.
Le pregunto si
necesita algo,
pero la verdad calla y
su boca
hace muecas de asco
entre mordiscos.
La verdad lanza de
golpe un grito,
¡te quieres quitar de
mi vista,
desgraciada!
Y obedezco sus
órdenes.
Me quedo en el salón a
la espera,
atendiendo a sus
movimientos
con celo de cazador.
Suelta la vajilla de
malos modos
al fregadero.
Sale de la cocina y
entra en el cuarto de baño,
corre en el lavabo el
agua del grifo,
tira de la cisterna.
La verdad sale de su
precario aseo,
se dirige al
dormitorio,
lanza una voz
hiriente,
me llama con una
palabra obscena,
que ya no duele.
Sé lo que quiere,
lo exige cada noche.
Acudo dócil con miedo
a ella
y odio hacia mi
persona.
Disciplinada, me
someto a sus requerimientos,
bufa como una bestia,
siento nauseas,
soy en ese momento su
objeto indispensable.
Por ese motivo me
desprecia aún más.
Una vez resuelto mi
cometido,
se estira mansa en la
cama,
igual que un
inofensivo animal.
No enseña ahora sus
fauces,
casi parece tierno
cachorro.
Ya respiro con alivio,
sin fingida entrega,
al fin me dejará
descansar.
La verdad es horrible,
déspota,
de maldad retorcida.
Entre sus manos estoy
manchada,
herida por su certeza,
es la heroína y yo la
cobarde,
digna vencedora de su
triunfo.
Mientras yo,
despreciable perdedor
en este contienda,
huyo entre la maleza
del bosque
de mis sentimientos.
La vergüenza me
persigue,
sin mirar atrás
avanzo.
Lo único que ya me
salva
es desertar
enarbolando el estandarte
de su adversaria, la
mentira.
Por eso miento dentro
y de puertas para
afuera.
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