p e r f i l e s d e c i u d a d

jueves, 26 de abril de 2018

La verdad



Cada noche espero a que irrumpa por la puerta
la verdad,
alerta al sonido peculiar de las llaves
abriendo la cerradura de mi celda.
Desde el salón la escucho
y voy en busca de ella con urgencia.
Como de costumbre,
la encuentro con los ojos vidriosos
y la mirada de ira.
Ni un hola, ni un beso, ni un gesto amable,
La verdad me empuja
y se abre paso
para llegar a la cocina.
La sigo guiada por sus gruñidos.
Qué hay de cenar, me ordena.
Le preparo a la verdad su ración diaria
y permanezco de pie a su lado
como criado a su servicio.
Le pregunto si necesita algo,
pero la verdad calla y su boca
hace muecas de asco entre mordiscos.
La verdad lanza de golpe un grito,
¡te quieres quitar de mi vista,
desgraciada!
Y obedezco sus órdenes.
Me quedo en el salón a la espera,
atendiendo a sus movimientos
con celo de cazador.
Suelta la vajilla de malos modos
al fregadero.
Sale de la cocina y entra en el cuarto de baño,
corre en el lavabo el agua del grifo,
tira de la cisterna.
La verdad sale de su precario aseo,
se dirige al dormitorio,
lanza una voz hiriente,
me llama con una palabra obscena,
que ya no duele.
Sé lo que quiere,
lo exige cada noche.
Acudo dócil con miedo a ella
y odio hacia mi persona.
Disciplinada, me someto a sus requerimientos,
bufa como una bestia,
siento nauseas,
soy en ese momento su objeto indispensable.
Por ese motivo me desprecia aún más.
Una vez resuelto mi cometido,
se estira mansa en la cama,
igual que un inofensivo animal.
No enseña ahora sus fauces,
casi parece tierno cachorro.
Ya respiro con alivio,
sin fingida entrega,
al fin me dejará descansar.
La verdad es horrible, déspota,
de maldad retorcida.
Entre sus manos estoy manchada,
herida por su certeza,
es la heroína y yo la cobarde,
digna vencedora de su triunfo.
Mientras yo, despreciable perdedor
en este contienda,
huyo entre la maleza del bosque
de mis sentimientos.
La vergüenza me persigue,
sin mirar atrás avanzo.
Lo único que ya me salva
es desertar enarbolando el estandarte
de su adversaria, la mentira.
Por eso miento dentro
y de puertas para afuera.

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