Hoy es un día luminoso,
el azul intenso del cielo es
limpio,
salpicado únicamente de aves.
Se llaman unas a otras,
dejando el rastro de su
melodía
en el sosegado espacio
de la mañana.
Todo anuncia un nuevo tiempo,
la época estival vecina,
mientras aquí, frente a este
espectáculo,
yo estoy muerto.
Quizá lo esté verdaderamente
y esta vida sea mi purgatorio,
así pago con este sufrimiento
el dolor causado.
Es este mi castigo,
ver el disfrute ajeno
de un paraíso prohibido para
mí.
He luchado por alcanzar la
felicidad,
por entrar allí donde los
ángeles ríen,
mas fracasé una y otra vez.
Ahora lo veo claro,
debo asumir la pena
que este juez divino
me impuso.
Aceptar sin protesta la sentencia,
arrastrando mis cadenas
cabizbajo
como obediente reo.
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