Se me han empañado los ojos
como cristal humedecido,
brotaron bandadas de
murciélagos
de sus cuencas oscuras
en cascadas de espuma negra.
Dieron de beber sus aguas
los arroyos de mis venas,
dejaron sus cauces secos
y desolado el recuerdo de su
sequía
el valle de mi vientre.
Sólo el deshielo traerá otra
vez
a sus aledañas tierras áridas
la vida gaya y gozosa
bajo el fuego de un sol
encendido.
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