Esa palabra que no quiero nombrar
pero que tiene nombre
es el soniquete constante de un goteo
que va llenando un reloj de mar,
la alarma que cumple su amenaza,
lengua que muerde la angustia
y encierra el sollozo en la boca,
río de sal que lleva
torrentes de piedras al alma,
la verdad que se traiciona sin remedio
y miente cuando habla para cubrir
de su desnudez el tormento
que hace infierno de las cosas.
Porque no hay queja posible ni consuelo
si al otro niegas la compasión de su mirada,
prefieres dejar en tu cárcel
al verdugo de tu alegría
que la vergüenza de su lástima.
Deliciosas palabras.
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