Cuando la razón se pierde
planea la inspiración su
cielo,
apartada en su oscuridad
busca la luz del infinito.
El suelo amarra la conciencia
y el espíritu muere de sed,
mientras que, aquel que alza
el vuelo,
ave libre, sin tratos ni pacto,
en la locura de su mundo
encuentra todas las puertas
abiertas.
En un cielo sin muros ni
ventanas,
huye de nidos en hileras de
árboles
firmes y rectos en sus normas,
como ejército inmóvil y
siniestro.
Aquel que, en su demencia,
cortó los lazos del dogmático
pensar,
aquel, cuyos pies nunca
reposan en tierra,
sino que danza entre las nubes
en eterno vuelo,
ese abrazará el sol con sus
alas.
Y, aun quemándose en exaltado
gozo
e ingravidez incorpórea,
valdrá el sacrificio de su
carne
por alcanzar la victoria de la
inmortalidad
antes que, encorvada la
espalda
en servil demostración,
coma de la mano del hombre
y perezca en su jaula.
No hay comentarios:
Publicar un comentario