Necesito ablandar este cable
de mi mente
que el paso de los días va
tensando.
No encuentro un desvío ante su
despiadado ataque,
cerrar los ojos ya no es
ningún alivio.
Pensar no quiero en la noche,
ni oír esos cantos fúnebres,
obstinadas sus salmodias
delirantes
en hundir mi alma en su
negrura.
Siento cómo avanza su larga
sombra
reduciendo la luz del día
y, con tormentos, encienden en
mi cabeza
lenguas de lavas ardientes.
Un borboteo continuo bulle
calentando el aire que respiro.
Humo negro ciñe nubes que
avanzan por el horizonte
ocultando los atardeceres
soñados.
Hacer perla de este corazón
inestable
que brille sin necesidad del
dolorido latido.
¿Hay detrás de estas lánguidas
estrellas
la promesa de un nuevo sol
naciente?
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