p e r f i l e s d e c i u d a d

miércoles, 31 de enero de 2018

Sé de ti



Sé de ti todo lo que te compone,
con la salvedad de algún pensamiento.
Sé de ti tu nombre y el número de identidad,
conozco tu talla de falda y de sujetador.
Sé que te gusta la hora del café,
aunque sólo sea por el placer de un ritual.
Sé de tus preferencias en sabores:
que el sándwich de jamón york tenga
mucho de queso, pero poco de jamón;
que el pescado no sepa demasiado a mar,
y no sea tan pesado con los besos.
También lo que aborreces.
Sé de ti que te encantaría vivir
en un lugar donde nevara,
para sentir caer la dulzura de los copos
como algodones sobre el suelo.
Sé que te duele cuando en generosa entrega
no eres correspondida,
que la gente compara amabilidad
con ser tonta y te cuestionas entonces.
Haces propósitos de ser diferente
para luego pagarles con la misma moneda.
Aunque el cambio dura sólo
el tiempo de la duda y vuelves
a tu innato proceder educado.
Sé cómo te irritan y enervan las injusticias
y te revelas contra quienes las cometen
con la fiereza de una bestia.
Ante una ofensa, estallas en vendaval
y arrasas con toda tu ira,
recorres el pasillo con torbellinos de venganza,
aunque luego te muestras dócil,
con arrullos de ave en celo.
Conozco tu voz que es canto de fuente
y sacias mi sed con tu presencia
cuando entras en casa.
Sé de ti que duermes acurrucada,
tapándote hasta las orejas.
Esperas antes de meterte en la cama,
a que yo caliente tu lado,
después arrimas tu cuerpo al mío
hasta que mi fuego te sofoca.
Sé que odias los quehaceres cotidianos
pero en la cocina haces trucos de magia.
Sé de ti que tienes, a veces, mal carácter
y gestionas fatal los imprevistos.
Te has desnudado ante mí
más allá de las propias ropas,
conozco tu piel y lo que se remueve
por tus vísceras.
De lo trivial a lo más profundo,
sé de tus placeres en la cama,
cómo huele tu cuello, la suavidad
de tu espalda, y el ritmo de tus pasos.
Sé cómo vibras cuando tengo
mi boca en tu sexo
y la mirada que tienes cuando cede la ola.

Cuando nos cruzamos como anónimos
sentimos la vergüenza de nuestra desnudez
frente al otro,
la incomodidad de hallarnos descubiertos
en nuestros secretos.
El gran poder de esta intimidad
que poseemos,
se rasgó como hoja de calendario,
y quedaron sus días esparcidos por el aire
formando una nube sin rumbo.
Ahora la dejas expuesta en otros brazos,
mientras yo la guardo como un tesoro
que no comparto con nadie.
Todo lo que sé de ti me pertenece,
aunque ya no estés, no puedes venir a quitármelo.
Quizá el tiempo modifique tu aspecto
y arrastre los aromas que te rodeaban,
destruya parte de ese capital
o aumentes tus réditos.
Supe de tus miedos y pecados,
ahora tal vez redimidos y controladas tus fobias.
Reconocía tus mentiras hasta llegar
a la verdad de tu abandono.
Percibía hasta los más sutiles detalles,
cómo te mueves y reaccionas,
el incómodo malestar al encontrarte conmigo,
respondiendo siempre de la misma manera,
con gestos nerviosos y 
un disimulo que te traiciona.

Bebí tu agua, ingerí tu esencia,
por eso saboreo en mi paladar
la particularidad que sólo a ti te distingue.
Brotaron nuestros espíritus
en manantial de aguas claras,
la llama los hizo nubes en nuestro cielo,
regaron la tierra hasta que vino la sequía.
Otro continuará este ciclo.
Pero estoy seguro que todavía duermes
con la cabeza bajo el abrigo de las mantas.
Sé de ti que necesitas el refugio de otro cuerpo,
aunque el que hoy caliente tu cama
no sea yo, sino él,
que va descubriendo los espacios
de una ciudad nueva
y poco a poco se hace con sus dominios.

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