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domingo, 22 de abril de 2018

La calidez del frío cuerpo


Dicen que su cuerpo es frío,
recto en sus formas,
medido en su comportamiento,
sistemático en sus costumbres,
obsesivo perfeccionista,
calculador nato.
Parece que su vida transcurre
entre libros, encerrado
en complicadas operaciones,
sin embargo, está presente
en la naturaleza y frecuenta las ciudades
en ínfimas y enormes cuantías.
Puede ser partícula dura de piedra
y parte sensible de nubes y flores.
Su reino está en los cielos,
dios omnipresente,
más que trino, infinito,
eterno paradójico sin número,
de ignota estimación,
con exponentes inconmensurables.
Universo donde la verdad se esconde,
insistimos en dar con su íntima esencia.
Enfrascados en arduos planteamientos,
buscamos su resolución.
Para hallar tan ansiada respuesta,
la solución razonable de nuestro existir,
indagamos en estructuradas teorías,
tratando de intuir su expresión mínima
o alcanzar su máximo valor
persiguiendo un sueño imposible.
Es incalculable la cuenta
de sus caudales,
cuando alcanzamos la perfecta fórmula
que confirma nuestra hipótesis,
gritamos eureka.
Hablamos de un tipo muy racional,
con un carácter complicado
y trato difícil.
Tiene tanto poder
que da un poco de miedo,
tal vez por eso, no hace amigos
entre los niños.
Aunque su evangelio predique
que se acerquen a él,
muchos serán los llamados
pero pocos los elegidos.
Busca el resultado concreto y determinado
o el impreciso decimal.
De carácter voluble, puede ser
positivo y negativo,
y metódico para hallar las incógnitas
de sus sistemas de ecuaciones.
Cuando aparece en escena,
ceñido en un elegante traje,
cuadrando cada línea,
calculados todos sus pasos
con total precisión,
es un gozo cómo se maneja
con destreza en su particular ambiente,
conocedor impecable
de los convencionales formulismos,
pertinaz entrenador y genuino experto
en capacidades mentales,
facilitador en resolución de problemas,
y excepción que confirma la regla.
En el caos más complejo y obtuso,
mantiene el ángulo recto.
Con una pequeña raíz produce
toda una cosecha fructífera
y, si se lo propone,
es capaz de encontrar
la cuadratura del círculo.
Todo un correcto desarrollo 
con un final orientado al cero infinito.
Le gustan las letras y juntos hacen
un binomio bien avenido.
Acumula teoremas que acreditan
sus aptitudes y conocimientos,
siempre apuesta a pares y nones
en la vida.
En su familia hay una larga lista
de primos y compuestos con elementos comunes,
distribuye sus cantidades en fracciones.
En cuanto a la expresión de sentimientos,
parece frío código,
rígido como una norma,
habla con abreviaturas
a veces, en clave,
símbolo de la razón exacta,
signo, icono de la ciencia.
Alto índice de puntuación
en inteligentes maniobras que mueven
cantidades exorbitantes,
con empresas que combinan cifras y siglas
de relevante importancia.
Parece hielo como témpano,
sin emociones ni alma,
sólo mente lógica,
más yo lo vi embrión
protegido en la matriz.
Más tarde, en el colegio,
aunque matemático y cabal,
se mostraba cariñoso y afable,
entre canciones y juegos.
Aumenta su capacidad,
elevado a una potencia,
multiplica y divide
sumando beneficios,
o resta de uno u otro lado,
haciendo balance
para llevar la contabilidad.
A veces, es complicado de entender
pues es bastante abstracto su lenguaje,
y resolver su enigmático secreto
trae de cabeza al ser humano.
No todos llegan a apreciar
todas sus posibilidades,
sólo alguna de sus funciones
más cotidianas
se le mostrarán a la mayoría de los seres,
guardando su arcano en el cofre
para los más privilegiados,
los que tal vez lleguen a conocer
la fórmula secreta de la existencia.
Aquellos que disfrutan de su compañía
pasan horas juntos,
manejando cómputos
resolviendo problemas,
hipótesis y presupuestos,
el acertijo se resuelve, por lo general,
con complicadas estrategias y algoritmos.
Es frío, dicen, y tal vez sea cierto,
que le importan poco nuestros cálculos
si no seguimos sus reglas,
yo sólo sé que, por la noche,
como una nana con él hago recuento,
me acuna y adormece,
calmando mi cabeza de conjeturas absurdas
con su melódico guarismo:
uno, dos, tres…, hasta caer en el sueño
donde su ley,
ya no existe.

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