Odio este centro que sirve
apenas para nada,
sólo disgustos me trae, dolor
y duro trato.
Su limitado servicio
más quebraderos que alegrías
entrega.
Ese punto negro que mi radar
señala
alerta de un peligro del que
no puedo
defenderme.
Ahí donde el placer ejerce
liderazgo,
concentran intereses y ofrecen
recompensas.
Es foco de atención su
variable medida,
que dibuja en la gráfica la
línea roja
donde sus valores decrecen.
Entre sus canales subterráneos
las ratas buscan la basura,
comen de la podredumbre ajena,
se alimentan de microscópicos
cadáveres.
No es pecado para merecer este
castigo
que impone la penitencia de
este tormento.
Acompañan las coordenadas de
tiempos y espacios
las marcas de este vivir
vigilado.
Mejor haber sido el tierno
cupido
sin sexo,
que esta Eva sin su paraíso.
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